Día del Ahorro: sembrando hoy para un mañana cierto
El ahorro en la banca dominicana crece con vigor, alentado por condiciones que le brindan cobijo y confianza.
Las cifras lo confirman: el ahorro formal ha pasado de representar un 18% del PIB en 1996 a un 42% en 2024, según datos de la Asociación de Bancos Comerciales.
Son varios los factores que explican esta expansión.
En primer lugar, el crecimiento económico. Sin extendernos demasiado en el tiempo, la economía dominicana ha mantenido un ritmo promedio cercano al 5%, lo que ha posicionado al país entre los líderes de América Latina y el Caribe. A mayor crecimiento más ingresos para la población y más posibilidades de que ésta ahorre.
En segundo término, el control de la inflación tiene una especial importancia. Cuando los precios permanecen serenos, el ahorro respira tranquilo y germina como semilla de futuros posibles. Según cifras del Banco Central, en los últimos 29 meses, la inflación interanual ha promediado 3.76%, situándose por debajo del rango meta del programa monetario del Banco Central y entre las más bajas de las economías no dolarizadas.
En tercer lugar, la solvencia bancaria. Las cifras más recientes inspiran confianza: el índice de solvencia se sitúa en 18.4%, muy por encima del mínimo exigido por los estándares internacionales, lo que revela un sistema financiero robusto y con capital suficiente para honrar sus compromisos.
A estos pilares se suman otros motores que también han contribuido al crecimiento del ahorro y que deben seguir fortaleciéndose: la digitalización bancaria, la ciberseguridad y la educación financiera.
En materia de digitalización, el avance es notable. Según la Superintendencia de Bancos, al 31 de marzo de 2025 se habían registrado 322,596 nuevas cuentas abiertas mediante procesos de onboarding digital, muchas de ellas orientadas a la inclusión financiera. Además, se han comercializado más de 720,000 cuentas digitales a clientes ya existentes, reflejo de una expansión sostenida en el uso de canales digitales.
El 70% de los bancos utiliza API y el 69% mantiene alianzas con fintech. Pero quizá el dato más revelador sea este: hoy, el 91% de los usuarios confía en las aplicaciones bancarias. El reto ahora es mantener el impulso y seguir abriendo puertas al ahorro del futuro.
Algo similar ocurre con la educación financiera. Aunque más familias se han beneficiado de programas formativos y crece el compromiso de los intermediarios financieros, aún siete de cada diez hogares enfrentan dificultades para administrar sus finanzas personales.
Enseñar a cuidar el dinero es, en esencia, enseñar a cuidar la esperanza.
En cuanto a la ciberseguridad, los avances y las inversiones del sector son incuestionables. Los bancos han destinado miles de millones de pesos en los últimos años para fortalecer un sistema sólido y preventivo. Sin embargo, persisten desafíos: formar más talento especializado y reducir los elevados costos tecnológicos, sobre todo para los intermediarios más pequeños.
Porque la ciberseguridad es, al final, la llave que impide que la noche abra el cofre del futuro.
En esta era digital, el ahorro ha adquirido un nuevo rostro, y los delincuentes informáticos lo acechan con armas cada vez más sofisticadas. Por eso, reforzar la previsión se vuelve un deber permanente. No basta con que los bancos cumplan su papel en la protección de los fondos de sus clientes: también estos deben desarrollar una cultura de autoprotección.
Impulsar cada uno de estos pilares es, sin duda, la mejor manera de celebrar hoy el arte de guardar futuro en el bolsillo del presente.