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La desinformación en la República Dominicana: Un enemigo Invisible

La desinformación se ha convertido en uno de los mayores desafíos de la sociedad dominicana contemporánea. En una era donde las redes sociales dominan el flujo informativo, resulta cada vez más difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso. Noticias manipuladas, titulares engañosos y contenidos fuera de contexto circulan a diario, moldeando opiniones y comportamientos sin pasar por filtros de verificación.

Este fenómeno tiene consecuencias profundas. En el ámbito político, la desinformación se utiliza como herramienta para confundir, desacreditar y manipular a la opinión pública. En temas de salud, seguridad o educación, ha contribuido a crear alarma, desconfianza y rechazo hacia informaciones científicas o institucionales. Todo esto deteriora la credibilidad de las fuentes formales y debilita el tejido social.

La raíz del problema no está solo en quienes generan las mentiras, sino también en quienes las comparten sin cuestionarlas. La falta de educación mediática y el hábito de creer todo lo que circula en internet hacen que muchos ciudadanos se conviertan, sin proponérselo, en cómplices de la desinformación. El impacto es tan grande que incluso la verdad, cuando se presenta, llega tarde o no logra convencer.

Frente a esta realidad, es urgente fomentar una cultura de pensamiento crítico. Educar a la población para verificar fuentes, contrastar datos y reflexionar antes de compartir cualquier contenido es una necesidad democrática. Del mismo modo, los comunicadores deben asumir su papel con responsabilidad ética, priorizando la veracidad sobre el sensacionalismo.

La desinformación no solo afecta la calidad del debate público: también pone en riesgo la convivencia y la confianza entre los ciudadanos. En tiempos donde la mentira se difunde con rapidez, defender la verdad es un acto de compromiso cívico. Solo una sociedad informada, crítica y consciente podrá resistir el poder destructivo de la manipulación digital.