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Síndrome del impostor financiero: consejos para combatir la inseguridad al tomar decisiones sobre tu dinero

En España, cada vez más personas reconocen que la gestión de sus finanzas personales no depende únicamente de conocimientos técnicos o capacidad de ahorro, sino también de la confianza con la que se enfrentan a decisiones clave: desde elegir un producto de inversión hasta negociar un crédito hipotecario. En ese terreno psicológico aparece un fenómeno silencioso, el síndrome del impostor financiero, que puede limitar la capacidad de crecer económicamente. Se trata de esa sensación de no estar preparado, de pensar que los éxitos pasados fueron fruto de la suerte y que, tarde o temprano, otros descubrirán que uno no sabe realmente manejar el dinero.

El concepto no es nuevo. Fue descrito en 1978 por Pauline Clance y Suzanne Imes en un estudio con mujeres de alto rendimiento que, a pesar de sus logros, atribuían los resultados a factores externos como la suerte o el esfuerzo excesivo. Desde entonces, se reconoce como una experiencia de “duda percibida sobre las propias capacidades y logros… a pesar de la evidencia que sugiere lo contrario”.

Cuando las dudas cuestan dinero
El síndrome del impostor puede ser especialmente dañino en el terreno financiero. En este contexto se manifiesta cuando dudas de tu capacidad para gestionar tus finanzas puedas sentir que no eres capaz de crear o gestionar riqueza. Esto podría hacerte perder formas de maximizar tu patrimonio.

La inseguridad conduce a aplazar decisiones de inversión, rechazar oportunidades o mantener un exceso de liquidez por miedo a equivocarse. En otros casos, lleva a un perfeccionismo paralizante: no se actúa hasta tener toda la información disponible, algo imposible en un mundo económico en constante movimiento. De fondo late el temor a cometer errores y ser juzgado, lo que acaba traduciéndose en pérdidas de rentabilidad o en gastos innecesarios.

La autocrítica severa, descrita también en el entorno del marketing, otro campo de alta exposición, conduce a subestimar la propia experiencia y a restar valor a logros reales. De esta forma, el síndrome del impostor provoca que profesionales atribuyan sus éxitos a la suerte y vivan con un “miedo al error” constante, con el consiguiente desgaste y pérdida de oportunidades.

Formas de recuperar la confianza
Combatir el síndrome del impostor financiero no se resuelve con un consejo simplista, pero existen prácticas concretas, respaldadas por psicólogos y expertos en gestión, que ayudan a neutralizar sus efectos.

  • Reconocer y aceptar la sensación: El primer paso para superar el síndrome del impostor es reconocerlo” y aceptar que esas dudas forman parte de la experiencia de muchas personas. Nombrar lo que ocurre ya es una forma de quitarle poder.
  • Revisar los logros de forma objetiva: Elaborar un registro de éxitos, incluso pequeños, sirve como antídoto contra la tendencia a minimizar resultados. Se recomienda llevar un listado escrito que evidencie con datos los progresos reales, en lugar de confiar en percepciones sesgadas.
  • Compartir la experiencia con otros: Hablar de lo que se siente con colegas o personas de confianza es una estrategia que diversos expertos coinciden en señalar. Plataformas como Asana subrayan que verbalizar estas emociones permite darse cuenta de que no se trata de un problema individual aislado, sino de un patrón compartido.
  • Desafiar los pensamientos automáticos: Cuando aparece la idea de que un éxito fue pura suerte, la recomendación es preguntarse: ¿qué pruebas objetivas tengo de ello? Asana insiste en sustituir los juicios descalificadores por afirmaciones realistas basadas en hechos verificables.
  • Evitar comparaciones y perfeccionismo: uno de los detonantes habituales del síndrome es medirse constantemente con otros. Reconocer que cada persona avanza a su ritmo y que buscar la perfección absoluta es imposible resulta fundamental para reducir la ansiedad.
  • Celebrar cada logro: Convertir la celebración de avances en hábito —desde pagar a tiempo un préstamo hasta invertir en un fondo elegido tras análisis propio— ayuda a entrenar la autoconfianza. Celebrar tus éxitos, por pequeños que sean, es vital para mantener la motivación y confianza en ti mismo”.
  • Buscar apoyo profesional si persiste: Cuando los pensamientos autocríticos se cronifican, la recomendación es acudir a un mentor financiero o incluso a un psicólogo especializado. No se trata de debilidad, sino de una estrategia para recuperar el equilibrio mental y la claridad en la toma de decisiones.

Una oportunidad para reconquistar tu autonomía
El síndrome del impostor financiero es más común de lo que parece y afecta tanto a pequeños ahorradores como a profesionales con alta formación. Lo paradójico es que, a pesar de que se basa en una percepción de incapacidad, quienes lo sufren suelen ser personas precisamente competentes y responsables.

Convertir esa inseguridad en motor de aprendizaje y autoconfianza es posible si se aplican herramientas concretas: identificar la voz interna que cuestiona, confrontarla con hechos, apoyarse en redes de confianza y celebrar avances reales. Al final, se trata de recuperar el control sobre las propias decisiones económicas y evitar que el miedo sea quien determine el rumbo del dinero.